Alarmante pronóstico del FMI para Brasil: De superávit a déficit fiscal en 2023, que podría llegar hasta el 9% del PBI
Pese a las promesas del ministro Haddad, el Fondo Monetario estimó que las finanzas públicas de Brasil se verán completamente desbaratadas por las nuevas medidas del gobierno de Lula. El déficit llegaría al valor más alto de los últimos 6 años, y se perdería completamente el superávit primario heredado de la gestión anterior.
En poco menos de cuatro meses de gestión, el presidente Lula da Silva logró modificar las perspectivas de Brasil en una dirección abiertamente negativa. El programa fiscal del oficialismo se concentró en una gran expansión de las erogaciones programadas para fin de año, levantando el techo de gastos previsto por Temer desde 2016 y ampliando las erogaciones presupuestadas en 198.000 millones de reales y sin ninguna contrapartida en nuevos ingresos.
El ministro Fernando Haddad anunció que el Gobierno busca una meta fiscal de entre el 0,5% y el 1% del PBI para el déficit primario de 2023 (habiendo heredado un superávit del 0,6% de la gestión Bolsonaro), y a partir de 2024 entraría en vigencia una nueva regla fiscal por la cual el gasto público tendrá un tope de crecimiento del 70% de lo que aumente la recaudación impositiva.
Pero en vista a 2023, las perspectivas fiscales son cada vez más negativas porque el oficialismo no toma medidas compensatorias por el despilfarro fiscal que produce. El Fondo Monetario Internacional (FMI) volvió a revisar a la baja las perspectivas para la economía brasileña, y ahora estima que el déficit primario alcanzará el 1,95% del PBI en 2023 (superando la meta del ministro Haddad) y el déficit financiero total llegará al 8,8% del PBI.
De concretarse estos resultados, Brasil registraría los desequilibrios fiscales más importantes de los últimos 6 años considerando la esfera del Gobierno federal (excluyendo el resultado de los Estados locales y los municipios). Esto implica un mayor costo de endeudamiento, y un deterioro sistemático del canal de las expectativas de la política monetaria.
Solo a partir de 2024 el FMI proyecta una muy gradual consolidación fiscal que, sin embargo, resulta holgadamente insuficiente para recuperar la disciplina. Las estimaciones sugieren que Brasil tardaría cinco años en recuperarse del shock fiscal irresponsable dispuesto en 2023, tanto en consideración del déficit primario como del resultado financiero.
Si la financiación no monetaria de la “transición” al ordenamiento fiscal propuesto por la nueva regla de Haddad no se torna creíble, en la práctica el efecto de la política monetaria del Banco Central (aún siendo independiente) podría verse atenuado. Sin embargo, el presidente Lula no es discreto al hacer notar su desagrado con la Ley de Autonomía de la autoridad monetaria dispuesta por su predecesor.
Los resultados publicados por el Banco Central de Brasil revelan un proceso de deterioro en las finanzas públicas en los primeros 60 días de gestión del nuevo Gobierno. El superávit primario federal (sin el resultado del BCB) disminuyó del 0,56% del PBI en diciembre del año pasado al 0,37% en febrero de 2023, mientras que el déficit financiero escaló del 4,35% al 4,55% del PBI en el mismo período.
Estos resultados se corresponden con las nuevas erogaciones aprobadas, la postergación de la desgravación del impuesto a los combustibles por dos meses y el revalúo del mínimo no imponible para el impuesto a las Ganancias individuales, entre otras medidas. Si se añade el balance de los Estados locales el déficit fiscal de Brasil llegó a representar el 5,62% del PBI en febrero, el valor más alto desde agosto de 2021.
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