mayo 2, 2024

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Las medidas de seguridad de Bolsonaro salvaron más de 20.000 vidas desde su llegada a la presidencia en Brasil

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Los homicidios cayeron un 34% desde que Bolsonaro introdujo reformas que flexibilizaron la compra y venta de armas en manos de civiles.

Desde el primer día en el cargo, el presidente Jair Bolsonaro impulsó reformas a las leyes de seguridad para darle mayor poder de acción a los policías y promovió que los ciudadano se armen, con flexibilizaciones a la compra y venta de armas de fuego para civiles.

Si bien varios medios internacionales auguraban una catástrofe de criminalidad y asesinatos, Brasil demostró que a más armas y mayor gasto en seguridad, hay menos muertes. Según los datos oficiales de 2021 publicados por las agencias de estadística del Gobierno, la tasa de homicidios ha caído al número más bajo en 15 años.

Desde el 1ro de enero del 2019, día que Bolsonaro llegó a Brasilia, los homicidios han caído un 34% hasta los 18,5 homicidios por cada 100.000 habitantes. Estos números implican que en sus 4 años de gobierno, las medidas del presidente de derecha han salvado más de 20.000 vidas que hubieran sido asesinadas por la delincuencia.

Según datos oficiales, en el año 2018, se produjeron 55.980 homicidios en Brasil, antes que llegue Bolsonaro al poder. Tras su primer año en el Palácio do Planalto, este número cayó a 45.503 homicidios, exactamente 10.477 homicidios menos.

En 2020, el número logró mantenerse en el mismo nivel, con unos 47.722 homicidios, unos 8.258 homicidios menos que antes de llegar al poder. En 2021, el número volvió a caer, y solo se registraron 41.069 homicidios, el número más bajo desde 2007. Este número fue 14.911 homicidios menos que durante el gobierno de Temer.

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Este 2022 todavía no ha terminado, pero se estima que por primera vez desde la década del ’90 habrá menos de 40.000 homicidios, un país donde la violencia y la criminalidad dominaron los últimos 20 años de la vida de los brasileños.

Fallaron todos los prónosticos del establishment

En el año 2000, el New York Times mostraba su preocupación por el lacerante aumento de la criminalidad en Brasil y celebraba que el presidente Fernando Henrique Cardoso había decretado las más fuertes regulaciones a la compra de armas de fuego de la historia del país

En una nota publicada el 21 de junio de ese año, el diario neoyorquino aseguraba: “Ante la creciente alarma social por la ola de criminalidad, el gobierno brasileño decretó hoy la prohibición inmediata de la venta de armas de fuego. La medida forma parte de un “plan de seguridad nacional” de 1.700 millones de dólares destinado a reducir la violencia urbana y reformar la policía durante los próximos tres años.

“El paquete de seguridad, que el Presidente Fernando Henrique Cardoso anunció hoy en un discurso televisado a nivel nacional, incluye también 185 millones de dólares que se destinarán sólo este año a mejorar la formación y el equipamiento de la policía estatal y municipal. Las fuerzas policiales locales de este país de 175 millones de habitantes están consideradas como de gatillo fácil, corruptas e incompetentes, con muchos agentes que apenas saben leer y escribir y que ganan sueldos de 300 dólares al mes o menos“.

El razonamiento sigue los mismos errores que han llevado a las peores acciones gubernamentales contra la población: la falacia de lo que no se ve. Si hay un problema de criminalidad, y los criminales utilizan armas, hay que prohibir las armas, ¿no? No. “Lo que no se ve” en este caso es que los criminales ya están cometiendo un acto delictivo, por lo que no hay ningún freno a que consegan un arma de manera ilegal.

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Esto obviamente no impactó en los números de la delincuencia, y desde el año 2000 hasta la llegada de Bolsonaro al poder, el número nunca paró de subir. Según los datos oficiales, recogidos por el Banco Mundial, la tasa de homicidios era en 2000 de 26 cada 100.000 habitantes.

Tras adoptarse la medida, la tasa de homicidios subió hasta 31 homicidios cada 100.000 habitantes en el año 2017. Con Bolsonaro y la flexibilización de compras y ventas de armas, bajó a 21 en 2019, y luego a 19 en 2021.

Más armas, menos crímenes

Esta caída histórica de la incidencia del crimen se dio en un contexto en el que el número de civiles legalmente armados ha pasado de 117.000 a 673.000 personas, una cantidad cinco veces mayor. En la actualidad, hay más ciudadanos legalmente armados que policías.

Esto es una consecuencia directa de las medidas de Bolsonaro, contrarias a las de Lula o a las de Cardoso. El mandatario derechista permitió la tenencia y uso privado de las armas, y demostró que a más armas en manos de buenos ciudadanos significa menos criminalidad.

Según The Wall Street Journal, en una nota publicada en 2018, “los expertos en violencia afirman que añadir más armas a la mezcla sin abordar las causas fundamentales de la delincuencia sólo hará que la tasa de asesinatos aumente más rápidamente“. Una vez más, los expertos se equivocaron.

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