La periodista drogada y arrojada desde un cuarto piso: un horrible crimen y la sospecha de un juego de rol macabro
El golpe contra el cemento es seco y mortal.
El cuerpo casi desnudo ha volado, durante un par de segundos, despatarrado por el aire, antes de estrellarse sin gritos, ni llantos. Impacta con un crujido de huesos en la oscuridad del patio, entre ropa flameando con desinterés y plantas adormiladas a la espera del primer rayo de sol. Luego de la interrupción brutal, silencio callado. La noche se recompone y prosigue su ruta.
Esto que acaba de ocurrir mientras los vecinos duermen, es nada menos que la definitiva muerte. Una muerte a la que habrá que sumarle de todo: sexo, drogas, sometimiento, anónimos, venenos, quemaduras y hasta un suicidio en un baño de una cárcel. Porque el caso de Helena Jubany (27 años al momento de su involuntario y desalado vuelo final) no solo conmovió a la opinión pública española en diciembre de 2001, también desveló a los policías de Cataluña, señaló prejuicios de la justicia, confrontó a familiares y provocó turbulencias en los medios de prensa. El misterio, las mentiras y los encubrimientos que lo rodearon continúan afilando sus garras intrigantes hasta el día de hoy, casi cumpliéndose 22 años desde que la víctima no está entre los vivos.
Caída libre
Es de madrugada cuando una joven cae desde la azotea de un cuarto piso y su cara estalla contra el suelo en el patio de un edificio en Sabadell, en las afueras de Barcelona, España. Recién está comenzando el domingo 2 de diciembre de 2001 y un vecino halla el cadáver casi desnudo en el patio interno de su propiedad. No conoce a esa chica. Tiene el rostro desfigurado por el encontronazo contra el suelo y varias marcas de quemaduras en la piel. Tanto el corpiño como la bombacha que lleva parecen quemados.
La policía llega y se lleva el cuerpo. No saben a quién pertenece, la joven no tiene objetos personales ni documentos. Es una NN.
Rebobinemos y vayamos al día anterior, sábado 1 de diciembre de 2001. Joan Jubany, de la localidad de Mataró, ha quedado para almorzar con su hija Helena de 27 años, periodista y bibliotecaria, quien se ha mudado a Sabadell, una localidad ubicada también en las afueras de Barcelona, para estar cerca de su trabajo. Helena no va a la cita y a su padre le resultó raro el faltazo. Luego de intentar sin éxito comunicarse por teléfono con ella, decide trasladarse hasta el departamento donde ella vive en Sabadell. No la encuentra, pero no piensa todavía en nada grave. Quizá ha tenido un programa mejor.
El domingo 2 de diciembre por la noche, la familia Jubany se entera de que Helena ha faltado a un encuentro con una amiga ese mismo día. El lunes 3, temprano por la mañana, llaman a la biblioteca donde ella trabajaba. En el establecimiento les dicen que Helena no se ha presentado a trabajar ni el viernes 30 de noviembre ni ese mismo lunes. La familia ahora sí se alarma: cuentan que Helena lleva tres días desaparecida. Sin que nadie sepa de ella. Muy asustados van a la comisaría donde les espera una noticia espantosa. Las autoridades revelan que tienen desde el día anterior un cadáver para identificar de una joven. Lo había hallado un vecino de Sabadell. No hubo muchos bemoles: reconocen el cuerpo de Helena Jubany.
La familia está en shock. No entienden qué ha pasado.
¿Podría ser un suicidio? No lo saben. No lo creen. Los restos son enviados para hacerles la autopsia correspondiente.
Una autopsia reveladora
Helena Jubany había dejado su ciudad de Mataró hacía unos meses para vivir sola en un departamento en el barrio Creu Alta de Sabadell. Quería estar más cerca de su trabajo como bibliotecaria del área de infantiles en Sentmenat, donde había comenzado a desempeñarse en el año 2000. No solo era periodista, también escribía y era una amante de la naturaleza. Por esto último, hacía meses que se había unido a un grupo de naturalistas en la Unión Excursionista de Sabadell. Allí fue conociendo gente e hizo nuevos amigos. Entre ellos la maestra Montserrat Careta, su novio Santiago Laiglesia (abogado y criminalista), Ana Echaguivel (32) y Xavi Jiménez (empleado de la diputación de Barcelona). Su vida era como la de cualquier joven de su edad… ¿qué ha pasado?
Cuando llegan los primeros resultados de la autopsia el desconcierto es mayor. Los expertos han concluido que ha sido un homicidio.
En el cuerpo había cantidades increíbles de benzodiacepinas de los siguientes medicamentos: Trankimazin, Dormicum, Loramet, Noctamid y Aldosomnil. En su vagina encontraron un líquido blanquecino que no fue especificado. La principal hipótesis de los detectives pasó a ser que la habían tirado al vacío totalmente inconsciente, en coma profundo. Y que las quemaduras se las habían hecho antes de la caída, porque no se correspondían con intentos de reanimación. Parte de su pelo también se encontraba chamuscado. al igual que las yemas de sus dedos. La ropa interior parecía haber sido rociada con perfume y quemada con fósforos con la intención, supusieron, de borrar rastros de abusos que podrían incriminar a los asesinos.
¿Había sido torturada? ¿Habían intentado despertarla de esa manera porque se habían pasado con los somníferos? ¿O habían querido borrar huellas?
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